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The Bourne Ultimatum

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EL ULTIMÁTUM DE BOURNE

Título original: The Bourne Ultimatum
Año: 2007
País: Estados Unidos
Duración: 111 minutos
Director: Paul Greengrass
Guión: Tony Gilroy, Tom Stoppard, Scott Burns y Paul Attanasio, basado en la novela de Robert Ludlum.
Productores: Frank Marshall, Patrick Crowley y Paul L. Sandberg.
Música: John Powell
Fotografía: Oliver Wood
Ficha artística:
Matt Damon, Julia Stiles, Joan Allen, David Strathairn, Scott, Glenn, Albert Finney, Paddy Considine, Edgar Ramírez.
Trailer (En versión original)
 

SINOPSIS:

Tras la desaparición del proyecto secreto Treadstone, la CIA ha iniciado un nuevo programa de aniquilación denominado Blackbriar. Jason Bourne es el único que puede desenmascararlo, por lo que se convierte en objetivo a ser eliminado; pero lejos de huir de sus enemigos, el espía sin memoria perseguirá a aquellos que pueden devolverle sus recuerdos.

Concluye al fin la trilogía dedicada a Jason Bourne, el superagente amnésico en permanente búsqueda de su robada identidad. Y lo hace con honores, cerrando de forma inteligente y escueta muchos de los puntos argumentales pendientes pero obviando convenientemente informaciones prescindibles. El tiempo dirá si esta táctica no es sino una puerta a futuras continuaciones, pero de momento sirve para consolidar un trabajo directo y conciso, que satisface sin saturar.

Cada uno de los títulos de la trilogía tiene identidad propia y permite su apreciación independiente, sin que por ello se pierda la homogeneidad del conjunto; sin embargo, los dos últimos –dirigidos ambos por Paul Greengrass- conforman un díptico de tal coherencia y seriedad que vulgariza un poco el primer filme, dejándolo algo apartado de la intención global de la obra. Aquel Bourne Identity adolecía de elementos que lo coligaban algo más con los convencionalismos del cine comercial, como el inevitable romance algo forzado que no puede faltar en el género de acción americano; punto que afortunadamente queda zanjado al comienzo del siguiente filme, dando a la historia un curso mucho más áspero y cruel.

El segundo título de la saga, The Bourne Supremacy, en relación a su precedente, es un film frío, duro y sin demasiadas concesiones comerciales, al menos tal como ese concepto se concibe según los actuales cánones de Hollywood, y esta línea innovadora y audaz es la que rige el espíritu de The Bourne Ultimatum.

Con su ya familiar ritmo endiablado y agilidad visual, guión y dirección aúnan esfuerzos para enlazar con ingenio los últimos momentos del film precedente con el arranque de este, y a partir de un sugerente bosquejo reencontramos con agrado los aciertos que la saga Bourne viene aportando. Algo viejo y algo nuevo; argumentos, personajes, localizaciones y situaciones heredados del cine de espionaje de la guerra fría, pero tratados con un proceder frenético propio de las producciones de este siglo.

El arrebatado estilo narrativo de este realizador inglés forjado en Cambridge puede tildarse de excesivo en muchos aspectos, pero a diferencia de otros contemporáneos como el recurrente Michael Bay, siempre centrado en golpear los sentidos con tramposos trucos de impacto, Greengrass estudia escrupulosamente el resultado de sus aparentemente anárquicos recursos. Su estilismo deliberadamente confuso juega de forma consciente con la percepción del espectador, atrapándole de lleno en una rabiosa orgía de imágenes y sonidos de entre la que solo se captarán con claridad aislados fragmentos meticulosamente previstos. Ese provocado desbordamiento visual desembocará en una sensación de realismo casi documental aún cuando secunde fantasiosas hazañas.

 

Pero sobre todo es de agradecer ese siempre presente respeto por un público al que se presupone hastiado de los tópicos que saturan el cine americano de nuestros días, y que se aprecia incluso en la sobria elección de los actores y los personajes que encarnan, alejados de previsibles arquetipos. No hay héroes ni villanos, solo marionetas intencionadamente desdibujadas que se difuminan en un circo político del que Jason Bourne sobresale como inadaptado ejecutor imperturbable, pero de solapada humanidad.

Bourne le debe a James Bond casi todo lo que es (Hasta sus iniciales), pero en una reciprocidad no exenta de ironía, también ha ayudado a definir el nuevo rumbo de 007. Puede que esta interesante trilogía cree escuela y consiga revivir la cara más olvidada del complejo género de espionaje, llegando donde la fallida saga Mission: Impossible de Tom Cruise no llegó; pero aunque no sea así, sus innegables aciertos como obra aislada la hacen merecedora de un puesto honorífico en esta primera década del siglo XXI.

M.M.M.

 
Valoración: 5/10

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