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Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal

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EL CABALLERO OSCURO

Título original: The Dark Knight
Año: 2008
País: USA
Duración: 152 min.
Director: Christopher Nolan
Guión: Christopher Nolan, David S. Goyer y Jonathan Nolan (Personajes creados por Bob Kane)
Producción: Emma Thomas, Charles Roven, Christopher Nolan
Música: James Newton Howard, Hans Zimmer
Fotografía: Wally Pfister
Ficha artística:
Christian Bale, Heath Ledger, Aaron Eckhart, Michael Caine, Gary Oldman, Maggie Gyllenhaal, Morgan Freeman, Eric Roberts, Cillian Murphy
Trailer en V.O.

SINOPSIS: Un nuevo y anárquico psicópata que se hace llamar Joker (Heath Ledger), ha tomado el control del crimen de Gotham City, utilizando para ello a los principales mafiosos de la ciudad. Sus únicos objetivos aparentes son crear el caos y desestabilizar los poderes establecidos, y es precisamente su imprevisibilidad lo que lo convierte en el peor enemigo que Batman (Christian Bale) ha tenido que enfrentar.

Los amantes del 9º arte teníamos nuestras esperanzas puestas en que Christopher Nolan avanzara un paso más allá de donde llegó con aquella apuesta prometedora pero tan irregular y llena de fallos que fue Batman Begins. Pero esta vez tampoco ha podido ser; pese a todas las bambalinas que han precedido el estreno, los que disfrutamos con joyas del cómic como El Señor de la Noche, La Broma Asesina o Arkham Asylum, hemos sido nuevamente traicionados.

El celebérrimo justiciero nocturno de Gotham City nacido en 1939 de la pluma de Bob Kane, ha sido hasta ahora objeto de 6 películas –Sin contar la serie clásica protagonizada por Adam West ni las excelentes producciones de animación realizadas para su explotación en TV y DVD- que, aunque muy distintas entre sí, parecen partir de un mismo error de inicio. Ninguno de los responsables de ellas ha contestado (o ni siquiera se ha formulado) las preguntas adecuadas.

¿Qué es Batman?

Batman es la noche misma cargada de pesadillas para los que la profanen; una sombra, una leyenda, un símbolo que aterroriza a los criminales. “Como hombre soy de carne y hueso, pueden ignorarme o destruirme. Pero como símbolo puedo ser incorruptible, puedo ser imperecedero”, proclamaba Christian Bale en una afortunada línea de Batman Begins, que desgraciadamente no se traduce en ningún resultado interesante.

¿Quién está detrás del símbolo?

Bruce Wayne, el introvertido multimillonario al que atormenta una infancia marcada por la tragedia, y al que una vida de riqueza y ostentación no ha ayudado a superar el trauma. Un hombre que, portador de un germen de justicia que el infortunio activó durante su niñez, ha aprendido utilizar el miedo como herramienta de trabajo para contrarrestar el suyo propio.
 

Partiendo de estas y otras muchas premisas plasmadas desde siempre en la vida gráfica del hombre murciélago, ni una sola de las películas –y la que nos ocupa no es una excepción- ha sabido construir los pilares que sustentan el mito ni capturar lo más básico de su esencia. El medio cinematográfico se limita a mostrar el lado más espectacular y facilón del personaje; el vigilante disfrazado, más Robocop que humano al depender de sus múltiples gadgets, que da caza, con sus métodos más o menos ortodoxos y siempre vistosos, a todos los extravagantes criminales que van apareciendo en Gotham City.

El Caballero Oscuro tampoco pasa de ahí, por más que se intente camuflar el producto con un plomizo velo de pretendida seriedad y algo de latosa moralina patriótica. La torpe y dispersa dirección de un Christopher Nolan al que, como ya vimos en Batman Begins, le vienen grandes este tipo de epopeyas, se une a un enrevesado guión repleto de engorrosas subtramas y secundarios prescindibles, dando lugar todo ello a 150 eternos e irregulares minutos de tedioso combinado entre blockbuster y drama sociopolítico que no acierta en ninguna de sus dos vertientes; demasiado cargante para la primera, y demasiado burda para la segunda.

 
De poco sirve mostrar al héroe más enfadado y expeditivo que de costumbre si apenas se ha trabajado previamente en los recovecos psíquicos del personaje, ni tampoco calcar frases o situaciones que ya hemos visto en los comics; realmente, los buenos momentos aislados –que desde luego los hay y nada desdeñables, como el violento interrogatorio al que Batman somete a Joker o esa franja final en la que un formidable Aaron Eckhart acapara todo el protagonismo- no suponen méritos atribuibles a los creadores de film, sino a grandes talentos de la historieta como Alan Moore, Frank Miller o Dennis O’Neill que son los que, junto con otros muchos colegas de profesión, llevan años dando forma al mito y convirtiéndolo en lo que ha llegado a ser. Vamos, que ya estaba todo inventado.
 

Izquierda; Michael Keaton en Batman (1989).

Derecha: Christian Bale en El Caballero Oscuro (2008).

Aunque el uniforme que lucía Keaton en el film de Tim Burton fue muy criticado por su falta de movilidad, en 19 años no hemos avanzado gran cosa; Batman sigue teniendo problemas para girar la cabeza.

 

La muy comentada encarnación que Ledger hace de un excesivamente humanizado Joker es ciertamente más que correcta, pero como cabía esperar se ha visto endiosada por la desdicha del malogrado intérprete, dejando un alto listón que obligará a los creadores de la serie a buscar siempre actores de primer nivel que perpetúen la tradición -no me refiero a la de morirse- y en esta línea ya se rumorean los nombres de Johnny Depp y Philip Seymour Hoffman para los papeles de Enigma y Pingüino respectivamente. (Que ya interpretaron en su momento Jim Carrey y Danny DeVito). Con ello parece condenada a eternizarse esa mala costumbre -que desde un principio perjudica a la franquicia- de elaborar villanos cuyo peso específico eclipsa la magnitud del personaje principal, sobre el que tanto hay que decir y tan poco se dice.

 
Cintas como esta contribuyen a perfilar las dos tendencias que actualmente conducen el prolífico cine de superhéroes. Por un lado su faceta más infantil y desenfadada –Spiderman, Los 4 Fantásticos, Iron Man- que a la postre se hace más atractiva por su ligereza y sentido del entretenimiento; y por otro la cara supuestamente adulta y supuestamente realista –Superman Returns, el Hulk de Ang Lee, Batman Begins, El Caballero Oscuro- cuya carga de aspiraciones y pretendida gravedad terminan degenerando irremisiblemente en aburrimiento.
 
En realidad, y desde la óptica más purista, siempre ha sido un error encasillar las peripecias de Batman en el género de superhéroes; el paladín de Gotham bien merecería un género propio en el que se combinaran con acierto la introspección –la complejidad de un personaje en constante evolución así lo requiere-, la aventura, la trama detectivesca, ciertas gotas de terror psicológico y, cómo no, elevadas aunque medidas dosis de fantasía. El realismo no es un buen aliado de Batman. Hablamos de una figura imposible en un contexto irreal, el gótico antihéroe que se fusiona con su gótico universo; el halo de leyenda que envuelve al personaje es el mismo que envuelve a su ciudad o a sus enemigos, por lo que tratar de retratarle en un entorno realista es, directamente, ridiculizarle. Y por eso los títulos que dirigió Burton resultan, pese a sus múltiples vicios, más coherentes que los de Nolan, ya que en aquellos se recreaba todo un imaginado universo con tintes oníricos en el que no sorprendía ver a sus grotescos pobladores.
 
Así que de Caballero Oscuro nada, la aclamada versión del vengador nocturno que muchos califican ya como la mejor película de la historia no se ha ganado esa corona. Tan seguro como estoy de que otro Batman es posible -pues existen los medios y los talentos para llevarlo a cabo- lo estoy de que nunca llegaremos a verlo, y poco importa que sea Burton, Schumacher o Nolan quien gobierne la claqueta; mientras las modas, las directrices de la taquilla y los caprichos de un realizador sobrevalorado sigan siendo los parámetros que rigen el rumbo de la saga, el murciélago cinematográfico no pasará de caballerete.
 
M.M.M.
 
Valoración: 5/10

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