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El guía del desfiladero

Título original: Pathfinder
Año: 2007
País: Canadá/USA
Duración: 99 min.
Director: Marcus Nispel
Guión: Laeta Kalogridis (basado en la historia de Nils Gaup)
Producción: Mike Medavoy, Arnold Messer & Marcus Nispel
Música: Jonathan Elias
Fotografía: Daniel Pearl
Ficha artística:
Karl Urban, Russell Means, Moon Bloodgood
 

SINOPSIS:

En la Norteamérica precolombina, tras arrasar con un pueblo indígena, un barco vikingo naufraga dejando como único superviviente a un niño, al que una tribu india cuida y educa como cazador y guerrero. Años más tarde, hecho hombre, tendrá que defender a su familia adoptiva de una nueva incursión bárbara, entrando en conflicto con su pasado.

Tomando como origen la reconocida película noruega Ofelas (Nils Gaup, 1987), también llamada Pathfinder, nominada al Oscar de habla no inglesa y ganadora de varios premios europeos, Marcus Nispel (responsable de diversos videos musicales para Cher, Janet Jackson o Faith No More entre otros) se lanza a su tercera revisión cinematográfica tras La Matanza de Texas (2003) y Frankenstein (telefilme de 2004).

Basándose en la ancestral leyenda que dio cuerpo a la obra de Gaup, pero trasladando la escena a la supuesta llegada de hordas vikingas a las costas de Norteamérica en la era precolombina, a priori se diría que Nispel contaba con todos los ingredientes para una película memorable.

Pues bien, lo es:

- Es memorable el incesante abuso de cámaras lentas, llegando a agradecerse la ausencia de dirección en algunos tramos del metraje.

- Es memorable la falta de diálogos para nada compensada por la expresividad de los actores, que brilla por su ausencia especialmente en Karl Urban; pero dado que las pocas frases que pueblan el guión de Laeta Kalogridis son insulsas y manidas, casi mejor.

- Es memorable cómo mama directamente de lo más reconocible del cine de aventuras y acción entre las que podemos citar Conan o King Arthur y hasta me atrevería a decir que First Blood y Predator. Incluso recicla a Russell Means en un papel calcado al de Chingachgook que él mismo encarnó en El Último Mohicano.

Además de todos estos defectos, la historia se desarrolla con tal frialdad y crudeza que no llega a transmitir sensación alguna durante prácticamente toda la duración de la cinta, y tal vez no sea esto lo peor en los momentos de acción, pues al menos podemos disfrutar de sanguinolencia sin el recalcitrante “efecto Matrix”o las suspensiones en el aire al estilo del cine oriental que saturan las pantallas del mundo entero.

A este ambiente de indolencia al que arrastra el filme, ayuda la poco trabajada banda sonora de Jonathan Elías, que se empeña en cortes de predominancia coral, pero que transmiten tan poca emoción como los actores, y no cuenta con una melodía reconocible ni recurrente, quedándose en meros acompañamientos a un montaje mediocre y aburrido.

Si este material hubiera caído en manos de Kevin Reynolds (y que conste que me conformo con él por no pedir a John Boorman, que ya está algo mayor para estas cosas o a John Milius, que Dios sabe dónde está) otro gallo habría cantado.

J.J.L.S.

 
Valoración: 3,5/10

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