En líneas generales, el nombre de Vangelis asociado al 7º arte suele ser sinónimo de desastre, y por ello este autor griego no cuenta con el beneplácito de los aficionados. En realidad su trabajo para Blade Runner nunca fue gran cosa, y por añadidura, los años no han tratado bien este tipo de música basada casi exclusivamente en sintetizador que, aunque fundamentalmente atmosférica, abusa de efectismos electrónicos innecesarios y se oye hoy día con cierto recelo.

Pero hay que admitir que en este caso el altísimo grado de conexión entre el músico y el realizador derivó en una perfecta simbiosis entre imagen y música. El sonido monocorde y desolador de Vangelis ilustra perfectamente el vacío emocional, la angustia espiritual con que Ridley Scott describe su deshumanizada Los Angeles del futuro.

El Love Theme -estructurado sobre una melodía de saxo- junto con la canción One More Kiss, Dear y el hermoso tema de piano Memories Of Green nos introducen inequívocamente en un entorno noir, acorde con el estilo narrativo y el look de los personajes. El agónico Blade Runner Blues nos habla de la noche, la soledad y la desesperanza; y Tales of the Future captura la angustia de la vida opresiva en una ciudad traicionera y enferma. Sin embargo, fuera de contexto la partitura resulta tediosa, y todos esos pasajes que tan eficazmente promueven emociones en el film, resultan indigeribles en el compacto por culpa de su monotonía y larga duración.

El hasta ahora inédito segundo disco tiene interés no solo por la novedad, sino por hacerse imprescindible para asimilar al completo el alma de la película.

Es de agradecer la inclusión de algún momento climático como Dr. Tyrell’s Death, -antes inexplicablemente omitido- o la versión sin diálogos de Tears in Rain, bajo el adecuado nombre Fading Away; aunque la escucha de este segundo cd también requiere un alto grado de devoción ante la práctica inexistencia de melodías. Los mismos pecados que se cometieron en el primer disco tienen aquí su reflejo, y hay pasajes inacabables –como los eternos Deckard And Roy's Duel, o Empty Streets- que, por más que se intente, no tienen salvación.

Y, ¿Qué decir del tercer disco? Poco, aparte de que su insultante existencia resta muchos enteros al balance final de una selección supuestamente cuidada. Vangelis ha compuesto una serie de cortes anodinos con el único objetivo de inflar la edición, y quizá también para complacer a los oyentes que se aburren con el mensaje comprometido de las bandas sonoras y buscan un sonido infinitamente más vulgar.

M.M.M.