Nuevamente un compositor español –en este caso ya conocido en Hollywood- participa en una producción norteamericana aunque, eso sí, marcada por la interracialidad de su equipo.
Antes de enfrentarnos al nuevo score de Alberto Iglesias, tenemos que prepararnos para la complejidad de lo que vamos a escuchar. Cuando Jerry Goldsmith componía para historias sobre Japón, Marruecos, Nicaragua, o cualquier ambiente con una característica tradición musical, solía utilizar sonidos propios de la etnia correspondiente integrándolos meticulosamente en su reconocible estilo sinfónico. Sin embargo, el guipuzcoano es impenitente; salvo en pasajes aislados como Fly a Kite o Reading the Letter, se entrega totalmente a la recreación acústica de un entorno geográfico declinando incluso sus propios precedentes. Por ello, al que le disguste la música de corte arabesco sin duda le desagradará esta obra que se rinde a esa corriente casi por completo.
Con tan inusual trabajo entre manos, el autor concibe sugerentes sonoridades que denotan su habilidad y la exhaustiva documentación que seguramente habrá requerido para alcanzar buenos resultados –y sobre todo convincentes- en un talante tan distinto al suyo. Consigue un Opening Titles ágil y de gran belleza, donde la instrumentación puramente morisca se combina con una hermosa melodía de guitarra; y al igual que ese hay otros momentos de agradable escucha, combinados con los simplemente incidentales y con algunas canciones de inspiración árabe.
Hay que hacer hincapié en que es en el film donde la partitura realmente funciona; es tan peculiar el acabado de la obra que su audición aislada requiere mayor devoción de la que cualquier aficionado suele estar dispuesto a dedicar.
M.M.M. |