Mas que nos pese, tenemos que acostumbrarnos a que James Newton Howard no siempre es el genio que asociamos con los films de M. Night Shyamalan. Este compositor, como cualquiera, es muy capaz de perpetrar auténticas vulgaridades sin ingenio ni destreza alguna, dependiendo seguramente de su interés en el proyecto o de las órdenes que reciba.
Así nace Michael Clayton, composición incómoda de oír que no transmite el más mínimo estímulo. Incluso cuando solo se busca la funcionalidad es fácil conseguir resultados algo más afables que lo que ofrece esta obra, pretendidamente atmosférica pero de hecho hueca desde cualquier óptica posible.
La casi inexistente orquesta cede todo el protagonismo a una desalmada electrónica que, desde luego, el autor no domina, porque se hace difícil creer que tanta innecesaria frialdad sea deliberada. Y poco más hay que decir sobre este olvidable y ya olvidado compacto, cuya única virtud es la brevedad y que supone un punto negro en la loable trayectoria de Newton Howard. M.M.M. |