Lejanos ya los años dorados de la música de cine –siempre según nuestra parcial y algo nostálgica opinión- es gratificante ir descubriendo talentos que aporten buenas perspectivas y una chispa de vida al actual panorama. Y no es, ni mucho menos, que Carlo Siliotto sea nuevo en este mundo; su trayectoria en Italia se remonta a 1983, pero ahora su obra está adquiriendo mayor dimensión gracias a su reciente aproximación a Hollywood.
Un proyecto como Nomad es una golosina para cualquier compositor que sepa desenvolverse en el mundo de la épica, y ya en The Punisher pudimos comprobar que la especialidad de Siliotto es crear sonoridades espectaculares, pero cargadas de sentimiento hasta la saturación. Como los maestros de antaño, fundamenta su obra en la diversidad de melodías, y eso confiere un dinamismo muy conveniente para este compacto que, con su excesiva duración, hubiera podido resultar monótono.
Este compositor demuestra ser capaz de enfrentarse sin miedo a una gran orquesta exprimiendo al máximo sus posibilidades conjunta e individualmente; Siliotto gusta tanto de provocar grandes explosiones de sonido como de ir dando protagonismo aisladamente a cada instrumento, y ningún recurso escapa a su batuta a la hora de reforzar imágenes y describir estados de ánimo. Tenemos por tanto pasajes festivos o combativos basados en ritmos de percusión, coros o sones tribales que contrastan con otros donde el lirismo de los violines es protagonista.
No puede decirse que su música sea exquisita ni sutil; como es habitual en muchos autores italianos, el estilo de Siliotto es directo y tan arrollador que en ocasiones roza la estridencia y la vulgaridad. Pero el mensaje es franco y directo, llega al oyente con facilidad y transmite lo que se propone, resultando enormemente eficaz en el film sin que por ello deje de ser agradable su escucha aislada.
M.M.M. |