Está
claro que hay que tener amigos hasta en el infierno…
Clint Mansell, vocalista/guitarrista de From Eden y Pop
Will Eat Itself, grupo desaparecido en 1996 tras 10 años
de fructífera carrera, empezó en esto de componer
bandas sonoras a petición de su amigo Darren Aronofsky hace
apenas 9 años, pero cuenta ya con una veintena de bandas
sonoras, algunas de ellas de indiscutible calidad.
Su desbordante música de sonidos exóticos
(en ocasiones cercanos al chill-out) y estridencias hacen sumamente
sencillo abstraerse del mundo y abandonarse al placer del cine,
mientras se atenazan los músculos sobre la butaca.
La partitura de The Fountain (La Fuente de la Vida) no
se aparta de esa tendencia.
Mansell (en su 3ª colaboración
con Aronofsky tras Pi y la excelente Requiem for a
Dream) envuelve el filme con un tríptico musical
claramente diferenciado, parejo al argumento, transmitiendo
a la perfección la sensación que busca cada parte.
Sonidos orientales, ritmos acelerados e inesperados
estertores de coros y cuerda nos sumergen en una metáfora
de corte budista en pistas como Dead is the road to awe
o Tree of Life.
Piano y suaves sinfonías de cuerda nos mecen en una realidad
triste y sin esperanza al escuchar The Last Man, First
Snow o Stay with me.
La parte más floja de la composición
la encontramos en temas como Holy Dread con predominio
de la percusión, y ritmos rituales que trata de remontarnos
a la América de los conquistadores pero se queda a medio
camino de la fuerza exigible a Mansell. Desgraciadamente es imposible
escuchar algo suyo sin compararlo con la magnífica sinfonía
de Requiem por un sueño, que tantas veces se ha
utilizado en trailers promocionales de otros filmes como Las
Dos Torres o la más reciente Sunshine.
Salvando la carencia de ese tramo de película
(de menor peso que el resto) Mansell ha conseguido, una
vez más, dar con las notas perfectas para que esta nueva
colaboración con Darren Aronofski sea una intensa experiencia
para la vista y el oído.
Ved, escuchad y forjaos vuestra propia opinión.
JJLS. |