No negaremos la efectividad de un score como este a la hora de enfatizar las frenéticas peleas de Lobezno con sus enemigos o de recalcar el dramatismo de determinados momentos (Siempre que consideremos la banda sonora como mero ornamento, olvidándonos de esa necesaria implicación narrativa que rara vez se consigue), y entre los escasos alicientes del compacto también hay que señalar un potente tema central, asociado al protagonista, que aunque se deja oír carece de entidad suficiente como para quedar en el recuerdo una vez concluida la escucha. Aparte de eso, es casi imposible diferenciar esta partitura ruidosa y con exceso de componente electrónico de cualquiera perpetrada por algún otro músico americano contemporáneo para este tipo de cine.