007 AL SERVICIO SECRETO DE SU MAJESTAD |
(On Her Majesty's Secret Service, 1969) |
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Compositor: |
JOHN BARRY |
Lista de cortes (Edición de Capitol Records del año 2003): |
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Letra: WE HAVE ALL THE TIME IN THE WORLD |
(Escrita por Hal David) |
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We have all, the time in the world
Time enough for life
To unfold
All the prescious things
Love has in store
We have all the love in the world
If that's all we have
You will find
We need nothing more
Every step of the way
Will find us
With the cares of the world
Far behind us
We have all the time in the world
Just for love
Nothing more
Nothing less
Only love
Every step of the way
Will find us
With the cares of the world
Far behind us
Yes
We have all the time in the world
Just for love
Nothing more
Nothing less
Only love
Only love |
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ALGO NUEVO, ALGO VIEJO…
...que es lo que se supone que hay que llevar en todas las bodas, incluida la de 007. En este atípico film lo nuevo es el propio Bond, que ahora tiene la cara del modelo australiano George Lazenby; y lo viejo, entre otras muchas cosas, el talento de John Barry en uno de sus momentos de máxima inspiración. El músico se enfrenta a un reto muy distinto a cualquier precedente y, aún sin traicionar el espíritu original, no dudará en experimentar con nuevas fórmulas. |
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Cuando la deserción de Sean Connery puso en peligro la continuidad de tan rentable filón, los responsables decidieron arriesgar el todo por el todo; no solo contratando para el papel a un modelo sin apenas experiencia ante las cámaras, sino adaptando fielmente una del las novelas menos convencionales de Fleming. El mediocre resultado comercial obtenido por el film fue producto de demasiados factores negativos; el nuevo intérprete -que desde luego no fue bien aceptado por el público-, la larga duración de la película, y la inexistencia del acostumbrado final feliz. Una lástima, pues pese al escaso carisma de Lazenby la cinta encierra innegables méritos que, con el tiempo, los aficionados han aprendido a valorar. |
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También en el ámbito musical se apreciaría el reflejo de tantos repentinos cambios. Barry no iba a renunciar a su bien afincado estilo que tan vinculado estaba ya a las aventuras de 007, pero sí estaba dispuesto a experimentar con sonidos vanguardistas introduciendo, por ejemplo, una interpretación del tema de James Bond en la que la tradicional guitarra es sustituida por sintetizador. Nuevas tendencias para nuevos tiempos. |
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Para la historia más amable del superagente, Barry compuso la hermosa balada We Have All the Time in the World -su favorita de la serie, según sus propias declaraciones- que se convertiría en el último trabajo interpretado por Louis Armstrong. Una bellísima creación que, sin embargo, no habría funcionado en los créditos iniciales pues, al margen de que en ella no se incluya el título de la película, en aquel momento no hubiera sido bien entendido que una trepidante aventura de 007 arranque con tan tierna melodía. (No olvidemos que la anterior You Only Live Twice resultaba más insinuante que romántica). Por ello la canción se inserta en un emotivo momento de la cinta, y para esos fantásticos créditos ideados por Maurice Binder en los que siluetas femeninas y escudos de Inglaterra se funden con relojes de arena que sugieren la inexorabilidad del paso de tiempo mientras se repasan secuencias de los anteriores films, Barry preparó un contundente leitmotiv lleno de dinamismo, que combina intachablemente orquestación tradicional con aportaciones electrónicas. |
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Ese mismo leitmotiv será el que, en su ejecución más espectacular, fundamente varios de los temas de acción que oímos durante las persecuciones en la nieve (Sky Chase) o la batalla final (Battle at Piz Gloria). El tono gentil y aterciopelado que con tanta excelencia engalanó Operación Trueno reaparece en cortes como Try, y no faltan tampoco pasajes atmosféricos tan sobriamente concebidos como Over and Out o Journey to Draco’s Hideaway, cuya prestancia aporta la personalidad necesaria a una película diferente que cabalga a medio camino entre la innovación y la nostalgia. |
Quizá en su momento el gran público se resistió a aceptar las extravagancias de este bienintencionado título único en su especie, pero desde luego John Barry sí tenía clarísimo lo que se esperaba de él, y como de costumbre triunfó en su cometido. |
M.M.M.
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