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QUANTUM OF SOLACE
(Quantum of Solace, 2008)
Compositor: DAVID ARNOLD
Lista de cortes:

1. 

Time To Get Out (03:28)

2. 

The Palio (04:59)

3. 

Inside Man (00:38)

4. 

Bond In Haiti (00:35)

5. 

Somebody Wants To Kill You (02:17)

6. 

Greene And Camille (02:13)

7. 

Pursuit At Port Au Prince (05:58)

8. 

No Interest In Dominic Greene (02:44)

9. 

Night At The Opera (03:02)

10. 

Restrict Bond's Movements (01:31)

11. 

Talamone (00:34)

12. 

What's Keeping You Awake (01:40)

13. 

Bolivian Taxi Ride (00:49)

14. 

Field Trip (00:41)

15. 

Forgive Yourself (02:26)

16. 

DC3 (01:15)

17. 

Target Terminated (03:53)

18. 

Camille's Story (03:58)

19. 

Oil Fields (02:29)

20. 

Have You Ever Killed Someone? (01:32)

21. 

Perla De Las Dunas (08:07)

22. 

The Dead Don't Care About Vengeance (01:14)

23. 

I Never Left (00:40)

24. 

Another Way To Die (04:23)
performed by Jack White & Alicia Keys

Letra: ANOTHER WAY TO DIE
(Escrita por David Arnold y Chris Cornell)
 

I know the player
with the slick
trigger finger
for Her Majesty
Another one
with the
golden tone voice
and then your fantasy
Another bill
from a killer
turned a thrill
into a tragedy

A door left open
A woman walking by
A drop in the water
A look in the eye
A phone on the table
A man on your side
Someone that you think
that you can trust is just
Another way to die

Another tricky little gun
giving solace to the one
that will never see
the sunshine
Another inch of your life
sacrificed
for your brother
in the nick of time
Another dirty money,
heaven sent honey
turning on a dime

A door left open
A woman walking by
A drop in the water
A look in the eye
A phone on the table
A man on your side
Someone that you think
that you can
trust is just
Another way to die

Another girl
with her finger
on the world singing a tune you want to hear
Another gun thrown down
and surrendered
took away your fear
Hey!
Another man
that stands right
behind you
looking in the mirror

Oh, a door left open
A woman walking by
A drop in the water
A look in the eye
A phone on the table
A man on your side
Oh,
someone that you think
that you can trust
is just another way to die

JUSTICIA POÉTICA

James Bond es el agente dispuesto a actuar más allá de las órdenes con tal de descubrir el misterio que se oculta tras la muerte de la mujer que amaba; Camille es la joven que, siendo una niña, vio como su familia era masacrada por un pervertido general boliviano. Sus respectivas búsquedas les llevaran a unir ocasionalmente sus caminos, pero necesitarán algo más que la venganza para encontrar esa pizca de consuelo que ambos ansían.

Nadie ha tenido bemoles para traducir este singular título que ni siquiera en su país ha sido bien recibido, por más que corresponde a un relato de Fleming. Nos reencontramos con el Bond más implacable justo donde lo dejamos, al poco de sufrir el golpe emocional más intenso de su vida y a punto de embarcarse en una desgarrada aventura que guarda más de un paralelismo con la segunda película de Timothy Dalton, Licencia para matar; jefes de estado corruptos en Latinoamérica, 007 operando al margen del gobierno y repudiado por su propia gente, una mujer impulsada por su propia búsqueda de venganza… ¿Suena familiar? Incluso la partitura, más anárquica de lo habitual, puede llegar a recordar en su caprichosa estructura a la elaborada por Michael Kamen.
En diversas entrevistas, David Arnold ha confesado su propósito de transformar el estilo que le caracteriza con la intención de acomodarlo a la dirección que la saga ha tomado desde el fichaje de Daniel Craig, recurriendo para ello a ingredientes más modernos y belicosos que lo aproximan a tendencias extrasinfónicas como el rock o el punk. Puede que su afirmación sea un poco exagerada, pues en el fondo la obra no se aleja tanto como él dice de los cánones a los que nos tiene acostumbrados, pero un hecho es innegable; este diestro compositor no ceja en su evolución ni en su empeño de experimentar, ofreciendo en cada trabajo renovadas sonoridades, elaborados matices y una riqueza siempre placentera de descubrir.
En consonancia con los requerimientos de la trama, abundan los pasajes étnicos -con los que el autor cada vez se desenvuelve mejor- y el homenaje al más clásico sonido de la serie está también presente, sobre todo en temas serenos y a la vez inquietantes como No Interest in Dominic Greene o Night at the Opera. Pero hoscos sentimientos de acritud y desolación gobiernan el espíritu de la historia, por lo que no debe sorprender la inexistencia de melodías cálidas y afables como las que florecían en el film precedente; aunque sí reencontraremos, en dosificadas referencias, el hermoso leitmotiv de piano que acompañaba las bucólicas escenas entre Bond y Vesper.

Como debe ser en toda partitura de 007 se prodigan los pasajes grandilocuentes, para deleite de los afines al vistoso estilo de Arnold, cuya música es ahora tan directa y visceral como lo es el carácter del Bond de Craig. Impactantes estallidos musicales prescinden deliberadamente de toda sutileza, pintando la acción de vivos colores; y la guitarra eléctrica, vehementemente manejada en cortes como Pursuit at Port au Prince, refuerza con ferocidad la crudeza de una música inclemente, más que adecuada para un escenario igualmente poco benévolo. Pero aún con tantos aciertos, hay un punto flaco en esta sugestiva composición, algo que tras la escucha deja cierta sensación de vacío. ¿Qué es lo que falla?

Si echamos la vista atrás (O mejor el oído), comprobaremos cuánto se diferencian aquellas bandas sonoras en las que el compositor es también artífice de la canción principal –permitiéndose por tanto su libre integración en el score- de las que cuentan, por el contrario, con una balada de creación ajena. Al revisar la música de Licencia para Matar, Goldeneye (Aunque esta no tenía salvación posible) y Muere otro día, concluiremos que todas ellas adolecen del mismo mal; la ausencia de un tema sólido, fácilmente identificable, que sirva de eje y aporte coherencia a la partitura. Ese es precisamente el problema de Quantum of Solace; por más que el músico se esfuerce, no logra evitar que su obra parezca algo dispersa al carecer de ese epicentro conciliador que sí existía, por ejemplo, en Casino Royale.

En lugar de eso, hemos de conformarnos con la ínfima calidad de la canción interpretada por los incompatibles Alicia Keys y Jack White; un atonal despropósito que mezcla estilos sin ceñirse a ninguno, en el que tan desagradable es la bulliciosa instrumentación como las inconciliables voces de los dos artistas. David Arnold, que por tolerancia o sumisión se ha pronunciado a favor de tan errado tema, se ha visto una vez más privado de la ocasión de crear su propia melodía principal, pero por fortuna esa no es suficiente inconveniencia como para enturbiar la estupenda labor de un compositor que, en permanente crecimiento y lejano a los vicios de casi todos los autores actuales, ha encontrado su lugar en el mundo.

Quantum of Solace no es, en definitiva, una partitura fácil, y puede que su completa asimilación requiera más de una escucha; pero el disfrute está asegurado una vez germinada la complicidad con el oyente.

En esta ocasión, y debido sobre todo a la inferior duración de la película, no hay que reprochar carencias a la selección recopilada en el compacto; no obstante, al igual que ocurría con Casino Royale, iTunes nos brinda la oportunidad de conseguir el inédito tema final, Crawl End Crawl, compuesto por Arnold e interpretado por Four Tet.

M.M.M.

James Bond volverá.

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