En una maniobra parecida –aunque agigantada- a la utilizada en 007 Al servicio secreto de Su Majestad, Muere otro día conmemora todas y cada una de las películas anteriores, a través de incontables guiños y referencias; algunas sutiles y acertadas, como las menciones a la ornitología (En honor al ornitólogo James Bond, en cuyo nombre se inspiró Fleming para perfilar su personaje) y otras demasiado obvias e innecesarias, como el destructivo satélite de Gustav Graves fabricado a base de diamantes.

Nada pudo hacer David Arnold contra la todopoderosa influencia de Madonna, salvo aceptar el desaguisado y entregarse a su labor poniendo nuevamente de manifiesto su acostumbrada eficacia para edificar pasajes de acción. Pero ni siquiera el trabajo del británico estuvo, en esta ocasión, a la altura de los dos títulos precedentes; entre otras cosas se echan en falta temas con alguna carga emocional, pues los dedicados al personaje de Jinx (Halle Berry) apenas transmiten la más mínima cercanía.

No obstante, como todas las de Arnold esta partitura tiene sus aciertos; clásicos cortes de tinte étnico como Welcome to Cuba, -imprescindibles en todo film de Bond que se precie- y, por supuesto, algún titánico tema de acción como Whiteout o Antonov, que permiten al compositor lucir toda la complejidad de sus capacidades. Como en tantas ocasiones, los 15 cortes editados en el compacto –de los cuales además sobra James Bond Vs. Oakenfold- son insuficientes para apreciar en su plenitud las intenciones de la obra, por lo que merece la pena intentar hacerse con la existente edición promocional de casi 40 temas, entre los que, con una excelente calidad acústica, se recogen muchos de los mejores momentos musicales de la película.

M.M.M.